Lo
habitual es que, cuando pensamos en el laberinto, en entrar, en caminar
por él nos situemos en el papel de Teseo. Teseo y su confrontación con
Minotauro. Entro en el Laberinto y me espero encontrar al monstruo que
en él habita.
Pocas veces nos ponemos en el pellejo de Asterión, el
Minotauro, el monstruo. ¿Cómo debe de ser vivir encerrado en el
laberinto? ¿Cómo debe de ser esperar que alguien se atreva, que alguien
tenga la osadía o el coraje de adentrarse e ir a su encuentro? ¿cómo
debe de ser que alguien llegue y te libere de esta prisión de siglos, de
esta condena?